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El camino de la gran yoguini: vida y realizaciones de Yeshe Tsogyal

Gloria

Hoy, con motivo del 25 dĆ­a del calendario lunar, DĆ­a de las Dakinis, os presentamos la primera mitad de un artĆ­culo sobre la vida de la gran yoguini tibetana, Yeshe Tsogyal (s. VIII e.C.). Desde hace cientos de generaciones los practicantes budistas recuerdan en canciones y plegarias a Yeshe Tsogyal, pues su vida fue un ejemplo de entrega al camino espiritual y determinaciĆ³n intrĆ©pida y tenaz.

La historia de Yeshe Tsogyal que trato aquĆ­ y la mĆ”s famosa pertenece a la literatura namtar o ā€œhistorias de liberaciĆ³nā€, un gĆ©nero propio del budismo tibetano y que consiste en una biografĆ­a espiritual o hagiografĆ­a. Estas historias hablan de la vida de yoguis y yoguinis o de mahasiddhas tibetanos o indios que alcanzaron el despertar completo. Lo remarcable de este tipo de biografĆ­as no es que reproduzcan los hechos de forma fidedigna, ni siquiera que plasmen la personalidad del protagonista de forma veraz, sino que, principalmente, sirven como texto inspirador para el practicante que los lee o escucha, e incluso como complemento a las instrucciones tĆ”ntricas.

La obra consiste en una serie de recuerdos que la misma Yeshe Tsogyal cuenta y testimonios directos de algunos de sus discĆ­pulos mĆ”s cercanos. El texto fue recopilado y escondido como terma (*) para ser revelado casi mil aƱos mĆ”s tarde, en el siglo XVII E.C. Fue Taksham Nuden Dorje, el yogui descubridor de tesoros, quien descifrĆ³ la escritura simbĆ³lica de las dakinis con la que estĆ” escrita el texto y la compuso en tibetano, acreditando a Gyelwa Jangchub y Namkhai Nyingpo (s. VIII E.C.), dos discĆ­pulos relevantes de Padmasambhava y de Yeshe Tsogyal, como los autores.

El lector familiarizado con textos budistas verĆ”, al inicio, un esquema similar al de otras obras: se empieza con un homenaje a los seres sublimes. Por el intimĆ­simo vĆ­nculo de la protagonista con GurĆŗ RinpochĆ©, por supuesto tanto Ć©l como el Buda Amitabha y Avalokiteshvara son citados en dicho homenaje. TambiĆ©n se homenajea a los lamas del linaje y a Yeshe Tsogyal, la madre de los Budas del pasado, presente y futuro y a sus tres cuerpos de emanaciĆ³n. A continuaciĆ³n, hay una bella alabanza a la gran Yeshe Tsogyal, ā€œla que deleita a los Budas, a la que el gran Orgyen confiĆ³ su autoridad divina, la de la memoria infalible, la matriz de los profundos tesoros escondidos, la que alcanzĆ³ el poder supremo, el cuerpo de arcoĆ­ris, un cuerpo vajraā€. AsĆ­, empieza la historia de Yeshe Tsogyal, OcĆ©ano Victorioso.

En el primer capĆ­tulo, relativo a la concepciĆ³n, se explica que, en una de sus anteriores reencarnaciones, Tsogyal, cuando era la hija de un mercader, apareciĆ³ ante el Buda y le expresĆ³ su voto de renacer tan sĆ³lo para beneficiar a los seres. En otra existencia se convirtiĆ³ en la diosa hindĆŗ Ganga, venerĆ³ al Buda Shakyamuni y se convirtiĆ³ en la diosa Sarasvati. DespuĆ©s, de acuerdo con el texto, al ver la necesidad de expandir las enseƱanzas budistas en el TĆ­bet, Padmasambhava reflexiona: ā€œahora es el momento para que la diosa Sarasvati se manifieste y me ayude a difundir las enseƱanzas del mantrayanaā€, lo que conduce a la concepciĆ³n de la Tsogyal humana y a su nacimiento. Se cuenta que Padmasambhava tuvo tantas consortes como granos de sĆ©samo caben en las cuatro paredes de una casa; sin embargo, de todas ellas, seis destacaron, por ser la emanaciĆ³n del cuerpo, la palabra, la mente, la acciĆ³n, la cualidad y la esencia de Vajravarahi, un aspecto mĆ”s esotĆ©rico de Vajrayogini. De estas seis, dos consortes fueron las superiores, Mandarava y Yeshe Tsogyal, siendo la Ćŗltima la emanaciĆ³n de la palabra de Vajravarahi.

AsĆ­ se narra la concepciĆ³n de Tsogyal en dos niveles. Por una parte, en su forma supramundana, GurĆŗ RinpochĆ© y Yeshe Tsogyal se encuentran en los reinos supramundanos para engendrar a Tsogyal. Por otra parte, y ya entrando en el segundo capĆ­tulo, Yeshe Tsogyal cuenta: ā€œun dĆ­a, cuando mi padre, seƱor de Khartchen, tenĆ­a 25 aƱos y estaba con mi madre, la reina, disfrutando de los placeres del amor, mi madre tuvo una visiĆ³nā€. Su madre ve cĆ³mo una abeja de oro proveniente del oeste, entonando la melodĆ­a mĆ”s encantadora que ningĆŗn laĆŗd hubiera podido tocar nunca, se disuelve en la coronilla de su marido. Ɖl ve como su mujer tiene tres ojos y una pequeƱa niƱa de ocho aƱos con un laĆŗd canta: ā€œa ah i ih ou ouh ri rih li lih eh eeh o oh am ahā€ y ā€œhri hri hri hri hriā€. La niƱa se acerca a Ć©l y desaparece. Entonces la tierra tiembla, se produce un estallido de claridad, se escucha un fuerte estruendo, seguido de un largo y apagado rugido. Se cuenta que un pequeƱo manantial cerca del castillo se convierte en un lago y otras cosas extraordinarias ocurren.

Otras visiones extraordinarias sucedieron para los dos amantes durante toda la noche y, nueve meses despuĆ©s, la reina da a luz sin dolor a una niƱa con habilidades extraordinarias. Poco despuĆ©s de nacer, por ejemplo, la pequeƱa canta sĆ­labas y consonantes. Y dice, de rodillas o sentada con las piernas cruzadas, con sus enormes ojos abiertos: ā€œĀ”Homenaje al gran sabio de Orgyen!ā€. Su padre piensa que, o bien ella serĆ” una gran maestra, o bien la consorte de un emperador ā€”en un obvio paralelismo con la vida del Budaā€” y, como un lago habĆ­a desbordado al nacer ella, decide llamarla Yeshe Tsogyal, OcĆ©ano Victorioso.

A pesar de este nacimiento y concepciĆ³n extraordinarios, los padres no valoran en absoluto los signos y capacidades de su hija y sĆ³lo se preocupan por concertar un buen matrimonio para ella. La belleza mundana de Tsogyal despierta muchos celos entre los reyes que compiten por ella y, a su vez, ella no quiere casarse con ninguno pues no quiere una vida convencional. Al ver las dificultades a las que se enfrentan con una hija tan reacia al matrimonio y dos pretendientes sin ningĆŗn afĆ”n por ceder, los padres deciden que cualquiera de los pretendientes que atrape primero a su hija se casarĆ” con ella. Tras una persecuciĆ³n salvaje, finalmente capturan a Tsogyal, pero ella se resiste de tal modo que ā€œsus pies se hundieron en una roca como si fuera barroā€ y, sĆ³lo tras ser flagelada y con la espalda absolutamente ensangrentada, se rinde. Aun asĆ­, la determinaciĆ³n de Tsogyal por iluminarse en una vida se mantiene inquebrantable, y dice a su captor:

Si este cuerpo, obtenido al fin despuƩs de miles de aƱos,

No me sirve como medio para alcanzar el estado de Buda,

ĀæCĆ³mo iba a emplearlo como instrumento de suplicio en este ciclo de existencias?

Kartchou, hombre prestigioso que hace de la autoridad la ley,

No me podrĆ” ofrecer, ni por un solo dĆ­a, las condiciones propicias para la realizaciĆ³n del despertar.

Ā”AsĆ­ que bien, mĆ”tame, me da igual!

En otro paralelismo con la vida del Buda, cuando sus captores yacen profundamente dormidos tras la celebraciĆ³n de la captura de Tsogyal, la princesa consigue escapar. Vive en una cueva alimentĆ”ndose de bayas hasta que la descubren y, de nuevo, los pretendientes amenazan con empezar una guerra. Esta vez, sin embargo, el emperador Trisong Detsen se interpone y decide tomarla como reina consorte. Al ver su enorme interĆ©s por el Dharma, nombran a Tsogyal ministra de asuntos religiosos, pero algo mejor estĆ” por venir: como el rey tiene un gran apetito por el Dharma y quiere satisfacer a Padmasambhava para que le otorgue enseƱanzas, le ofrece a Yeshe Tsogyal como ofrenda de mandala.

Nos adentramos en el tercer capĆ­tulo, en el que ha habido un giro de los acontecimientos perfecto para Tsogyal, ya que a ella sĆ³lo le importa aprender las enseƱanzas y su gurĆŗ quiere enseƱarle. Ya apartados, el maestro le enseƱa las Cuatro Nobles Verdades del Buda, asĆ­ como las verdades provisionales del Tripitaka, la inexorable ley del karma, y lo que debe cultivar y todo a lo que debe renunciar. Todo lo que el maestro le enseƱa, ella lo entiende e integra, su meditaciĆ³n se hace estable, su comprensiĆ³n de las enseƱanzas clara y su conocimiento perfecto.

En el cuarto capĆ­tulo se cuenta que la joven yoguini ā€”pues tan solo tiene diecisĆ©is aƱos cuando se va con su maestroā€” empieza a adquirir poderes e intuiciĆ³n divina y, despuĆ©s de servir al GurĆŗ con los tres tipos de satisfacciones por mucho tiempo, su mente estĆ” totalmente asemejada al camino de la virtud. Sin embargo, aĆŗn no ha accedido a las enseƱanzas superiores, las cuales le suplica a su gurĆŗ. Ɖl, satisfecho, le encomienda a mantener los samayas (compromisos, votos) tĆ”ntricos, ante lo cual ella accede, feliz. En este punto de la biografĆ­a, pues no olvidemos que se trata tambiĆ©n de una enseƱanza, Tsogyal ofrece una explicaciĆ³n exhaustiva de los samayas que hay que mantener como tantrika.

DespuĆ©s de eso, Tsogyal explica que, en el reino, empieza a haber rumores de que ella ha desaparecido y el emperador, Trisong Detsen, incapaz de guardar el secreto, finalmente explica que habĆ­a ofrecido a Yeshe Tsogyal como consorte. Los ministros, muchos de los cuales son bƶn, se indignan y quieren que se expulse a GurĆŗ RinpochĆ© y a su consorte. Finalmente, se llega a una entente y se decide que GurĆŗ RinpochĆ© debe volver a India y Tsogyal debe ser castigada en el exilio. La pareja espiritual hace creer que asĆ­ lo harĆ”n, pero en realidad se escapan a unas grutas, donde siguen practicando.

AhĆ­ GurĆŗ RinpochĆ© le confiere iniciaciones de tantra, y Tsogyal detalla de forma minuciosa los diferentes mandalas de las deidades y demĆ”s. Yeshe Tsogyal tambiĆ©n describe las diferentes realizaciones que va adquiriendo mediante la prĆ”ctica o bien sola o bien con el gurĆŗ. Y antes de otorgarle la cuarta iniciaciĆ³n, las enseƱanzas mĆ”s elevadas, Padmasambhava le dice:

SeƱora, sin un valeroso compaƱero como medios hƔbiles, no tendrƔs, en verdad, modo alguno de emprender la prƔctica del mantra secreto. Cuando un recipiente de tierra no ha sido quemado, no puede contener nada; cuando no hay leƱa, no es posible hacer fuego; cuando no llueve, no salen los brotes. Y asƭ, en la tierra de Nepal, si acaso ha encontrado el camino desde Serling, en India, vive un joven que responde al nombre de Atsara SalƩ.

AsĆ­, Tsogyal emprende un viaje sola hacia Nepal y, durante la ruta, siete ladrones le roban todo el oro que lleva encima. Sin embargo, debido a sus altas realizaciones y su fuerte convicciĆ³n por el Dharma, convierten a los malhechores y les enseƱa a transmutar sus energĆ­as bajas y agresivas en una expresiĆ³n dhĆ”rmica, despierta. Finalmente, llega a Nepal y encuentra a Atsara SalĆ©, que sirve de esclavo a una familia. A sus propietarios les dice:

AllĆ­ donde moraba el Buda perfecto,

No habƭa necesidad de medios hƔbiles.

Ahora el Buda se ha ido, asĆ­ que debo confiar en dichos medios.

MaƱana, los medios y la sabidurƭa se unirƔn.

Cuando el fruto se haya ganado realmente,

No habrƔ necesidad de SalƩ.

Pero, mientras camino hacia esa meta,

Le necesito.

Por lo tanto, vendedlo.

Como no lleva suficiente dinero, tiene que obrar un milagro para conseguirlo y resucita al hijo de una noble familia que, emocionados, le dan todo el oro necesario para que compre a SalĆ©. De vuelta, Atsara SalĆ© y ella van a visitar a Sakya Dema, por aquel entonces probablemente mĆ”s realizada que Tsogyal. Sakya Dema es otra de las discĆ­pulas mĆ”s importantes de GurĆŗ RinpochĆ©, una de sus seis consortes principales, la emanaciĆ³n de la mente de Vajravarahi. Tsogyal le pide enseƱanzas y Sakya Dema le pide enseƱanzas a Tsogyal. Las dos tambiĆ©n se reconocen como consortes del mismo gurĆŗ y, al final del encuentro, Tsogyal dice: ā€œentonces nuestras mentes se unieron en la mente del Buda e intercambiamos preceptos e instruccionesā€.

De vuelta al TĆ­bet, van en bĆŗsqueda de GurĆŗ RinpochĆ© que les da indicaciones para su prĆ”ctica a ella y a su consorte, y Yeshe Tsogyal y Atsara SalĆ© pasan meses practicando juntos, obteniendo ambos altas realizaciones y siendo soporte espiritual de la prĆ”ctica el uno para el otro. DespuĆ©s, se explica las enseƱanzas que da GurĆŗ RinpochĆ© a un sĆ©quito de discĆ­pulos, entre ellos los 25 mĆ”s notables del maestro, y encomienda a Yeshe Tsogyal entrar en retiro (en una cueva en Tidro y en otros lugares). El maestro le recuerda que, ante cualquier adversidad durante la prĆ”ctica, debe rezarle porque Ć©l asistirĆ” allĆ­ donde ella estĆ©.

AsĆ­ empieza el quinto capĆ­tulo, en el que Tsogyal cuenta cĆ³mo, ya retirada en las cuevas, en seguida entra en estados de absorciĆ³n meditativa profundos y es inseparable del yidam. Cuenta tambiĆ©n su experiencia de una visiĆ³n vivida de Oryen Khandro Ling, la Tierra de las Dakinis. Da una descripciĆ³n minuciosa de esta tierra pura, llena de montaƱas de esqueletos y fragmentos de huesos por todas partes. El palacio celestial estĆ” hecho de calaveras, cabezas secas y piel de humano. Hay cementerios, rayos, vajras por doquier. Animales devoradores de carne, demonios y criaturas similares.

Muchas dakinis llevando ofrendas de todo tipo a la Dakini principal: su carne, la sangre de sus venas, sus ojos, su nariz o lengua u orejas, sus corazones y pulmones, todos sus fluidos, etc. Cuando Yeshe Tsogyal, sorprendida, les pregunta por quƩ persiguen el dolor de esta forma, ellas responden:

Si fallas al ofrecer la conciencia en el momento en el que nace,

Procrastinando, el mƩrito se pierde.

DemorƔndote, los obstƔculos e impedimentos se multiplican.

En la medida en que hemos obtenido este cuerpo por un momento,

SĆ³lo existe un momento para celebrar el camino;

Si no ofreces este auspicioso cuerpo mientras lo tienes,

DemorƔndote, los obstƔculos e impedimentos se multiplican.

AsĆ­ como el Maestro sĆ³lo aparece por un instante,

SĆ³lo hay un instante para entrar en la puerta de los misterios,

Si no haces ofrendas a la enseƱanza en el momento en que la posees,

DemorƔndote, los obstƔculos e impedimentos se multiplican.

En una de las visitas que le hace su maestro, ella le explica la visiĆ³n que ha tenido y Ć©l le dice que era una visiĆ³n simbĆ³lica y que no es necesario, todavĆ­a para ella, hacer la ofrenda de la carne. De hecho, para ella resultarĆ” mejor practicar las ocho austeridades: la austeridad del alimento; de la vestimenta; de la palabra; del cuerpo; de la mente; de las enseƱanzas; de la compasiĆ³n y la austeridad de la benevolencia.

Se trata de pruebas ascĆ©ticas durĆ­simas que exponen a Tsogyal al borde de la muerte en numerosas ocasiones; en todas ellas, sin embargo, sus sĆŗplicas devocionales al gurĆŗ hacen que ella Ć©l acuda, en forma de apariciones o visiones, y ella consiga recomponerse y sobreponerse a la prĆ”ctica, amaestrando cada una de las austeridades yĆ³guicas. Es especialmente conmovedora la forma en la que ella misma se da Ć”nimo e invoca a su gurĆŗ cuando se siente al borde de la muerte:

(ā€¦) ahora la esencia de cada situaciĆ³n humana profunda

el camino directo de las enseƱanzas tƔntricas

se atraviesa rƔpidamente con las austeridades

por ello, resiste ante cualquier cosa que ocurra

no hay nada mƔs que hacer

la muerte no es una alternativa.

Ā”Coraje, Tsogyelma!

Ā”KHYEMAHO!

DespuĆ©s de este periodo de austeridades ā€”no todas completadas, aĆŗnā€”, el GurĆŗ la exhorta a fortalecerse mediante el uso de elixires esenciales y plantas y la avisa de que, una vez Ć©l haya escondido termas para el beneficio de los seres en el futuro, se marcharĆ” a la Tierra de las Dakinis, pues ya estĆ” cerca su momento para morir. Yeshe Tsogyal, SalĆ© y una chica se van a ButĆ”n, donde Tsogyal se retira a seguir practicando las austeridades y obtiene altos logros, de tal forma que ya es considerada una siddha.

Parte de este artĆ­culo es un trabajo realizado por una alumna del Grupo de ProfundizaciĆ³n en el Budismo. La segunda mitad del artĆ­culo saldrĆ” en septiembre.

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NOTAS

(*) El texto en el que me he basado para hablar sobre Yeshe Tsogyal es una terma, es decir: un texto-tesoro. Por lo tanto, hablar de la biografĆ­a de Yeshe Tsogyal es hablar de Dharma, por lo que la autora es un altavoz mediocre y no cualificado. Igualmente, intentarĆ© explicarlo por si resulta de interĆ©s y beneficio a alguien, pero animo encarecidamente a la audiencia a recibir el texto y la explicaciĆ³n de este de un/a maestro/a cualificado/a.

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Los fragmentos citados de la biografĆ­a son traducciones, en su mayorĆ­a, realizadas por mĆ­ misma, ya sea basĆ”ndome en la traducciĆ³n de Keith Dowman o en la de Padmakara. En algĆŗn caso tambiĆ©n he utilizado las traducciones de Simmer-Brown 2007.

La mayorĆ­a de las ilustraciones son del trabajo de Keith Dowman, citado abajo.

Para no distraer al lector con referencias bibliogrĆ”ficas, las he omitido del texto. Pero cualquier persona que estĆ© interesada en saber las referencias especĆ­ficas de las citas, puede contactarnos para que le facilitemos el artĆ­culo con las referencias claras. Igualmente, a continuaciĆ³n detallo los textos empleados para la redacciĆ³n del artĆ­culo:

BibliografĆ­a

  • Dowman, Keith (1984) Sky Dancer: The Secret Life and Songs of the Lady Yeshe Tsogyel. Snow Lion Publications: London.

  • Gardner, Alexander (2018). ā€œYeshe Tsogyelā€. PĆ”gina web Treasury of lives. Disponible en lĆ­nea: https://treasuryoflives.org/biographies/view/Yeshe-Tsogyel/TBRC_P7695

  • Gross, Rita M (1987) "Yeshe Tsogyel: Enlightened Consort, Great Teacher, Female Role Model." The Tibet Journal 12, no. 4: 1ā€“18.

  • Khyentse, Dzongsar Jamyang (2016). The Guru drinks bourbon? Shambala Editions: India.

  • Lionā€™s Roar ed. (2016). ā€œWhat are the three kayas?ā€. Revista online Lionā€™s Roar. Disponible en lĆ­nea: https://www.lionsroar.com/buddhism-by-the-numbers-the-three-kayas/

  • Mora, Fernando (2006). Las enseƱanzas de Padmasambhava y el budismo tibetano. Editorial KairĆ³s: Barcelona.

  • Simmer-Brown, Judith (2007). El cĆ”lido aliento de la dakini. MTM Editores: Barcelona.

  • Simmer-Brown, Judith (s.f.). ā€œYeshe Tsogyal: Mother of the Victorious Onesā€. Extracto del libro The Life and Visions of Yeshe Tsogyal. Editorial Shambala. Disponible en lĆ­nea: https://www.shambhala.com/yeshe-tsogyal-mother-of-the-victorious-ones/

  • Tchangtchoub, Gyalwa y Nyingpo, Namkhai (2005). La vie de YĆ©shĆ© Tsogyal. Souveraine du Tibet. Ɖditions Padmakara: Peyzac-le-Moustier.

  • Willis, J.D. (2009) ā€œOn the Nature of rNam-thar: Early dGe-lugs-pa Siddha Biographiesā€ en: Aziz, B.A. & Kapstein, M. (eds.) Soundings in Tibetan Civilization (Kathmandu): 304-319.


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