Los "ocho dharmas mundanos" o los "ocho preocupaciones mundanas" se explica en el budismo como un compendio de pares que movilizan nuestra existencia y que nos rigen si no hay madurez espiritual. Son:
1. AcumulaciĆ³n y pĆ©rdida
2. Alabanza (aprobaciĆ³n) y crĆtica (desaprobaciĆ³n)
3. Fama y mala reputaciĆ³n
4. Experiencias agradables y experiencias dolorosas
Para entender quĆ© son, como actĆŗan y de donde salen los ocho dharmas mundanos, todos los maestros empiezan apuntando de base al error cognitivo de cĆ³mo percibimos la realidad. Una interpretaciĆ³n errĆ³nea de lo que en realidad es, que empieza y se concreta en la identificaciĆ³n del yo. El yo como un conjunto de agregados, experiencias, tendencias, hĆ”bitos y proyecciones que se concretan como un ente solido, Ćŗnico, especial e insaciable.
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Entender, ver y creernos la realidad del yo es algo que nos hace sufrir. Estamos imponiendo un esquema dual que nos aleja de cĆ³mo son las cosas en realidad. Nos aleja porque la misma solidificaciĆ³n del yo conlleva un error en el sistema, el filtro que tomamos desde el yo (del observador) ya es dual, nos perdemos la interdependencia de los elementos, la relaciĆ³n causa efecto y el estado vacĆo de cada uno de ellos. Tratamos los elementos como independientes, permanentes y los percibimos inherentes a travĆ©s de nuestras fijaciones. Cuando vemos la realidad desde esta perspectiva, sufrimos, ya que no estamos viviendo de acuerdo a lo que hay.
De esta correlaciĆ³n de errores, Khyentse RinpochĆ© apunta a que no asimilar la realidad nos hace sufrir ya que no tenemos el control de los fenĆ³menos. Intentar dominar y someter la realidad ilusoria para hacerla estable y manejable es totalmente inĆŗtil. Y, para aƱadir mĆ”s sufrimiento, con tal de no tener que lidiar con esta inestabilidad, especulamos y proyectamos cĆ³mo han sido las cosas, cĆ³mo son y cĆ³mo serĆ”n, ademĆ”s de fijarlas mediante la conceptualizaciĆ³n.
Esta especulaciĆ³n parte de un criterio fundamentado en el ego, la defensa y la sobreprotecciĆ³n de este. Citando a Khyentse Rinpoche: "el yo es el que tiene miedo al fracaso y anhela el Ć©xito, el que huye del infierno y desea el cielo"[2]. A lo que creo que apunta Rinpoche en este fragmento es a la polaridad a la que estamos inducidos, la esperanza de ser felices y al miedo de no serlo, a la esperanza de cĆ³mo queremos que sean las cosas y al miedo a que finalmente no sean cĆ³mo esperĆ”bamos. Este binomio nos deja constantemente aturdidos y confusos y nos hace vivir en una falsa estabilidad.
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De la relaciĆ³n entre esperanza y miedo de Pema Chodron[3], esta maestra vincula los ocho dharmas mundanos a un combustible para seguir alimentando la esperanza y el miedo y todo el sĆ³lido sistema del yo. Estos cuatro pares de opuestos protegen y defienden la visiĆ³n dualista e independiente del sistema. Los ocho dharmas mundanos son el placer y el dolor, la pĆ©rdida y la ganancia, la fama y el oprobio , la alabanza y la culpa. Divididos entre los que defienden lo que nos gusta y nos apegan y los que rechazan y evitan lo que no nos gusta.
Parafraseando a Pema Chodron, es nuestra interpretaciĆ³n de lo que ocurre, la que nos despierta los diferentes estados emocionales con los cuales nos identificamos: no son ni las cosas ni las circunstancias, ya que no hay nada inherente ni bueno ni malo. Lo que nos conecta con estas reacciones emocionales es nuestro discernimiento dual respecto a la realidad. Creemos ser felices o infelices en funciĆ³n de si lo que ocurre concuerda con nuestro yo insaciable. Pero nuestro yo siempre resultarĆ” insaciable, porque trata de alimentar un yo que no existe en una realidad ilusoria que tampoco existe.
En las enseƱanzas, Lama Norbu[4] ha enfatizado en el el hecho de no apuntar Ćŗnicamente al ego de cada individuo como protector del yo, sino que tambiĆ©n seƱala el sistema socioeconĆ³mico como instrumento de protecciĆ³n del ego. Un sistema que valora y ensalza la fama, la ganancia, el placer y la alabanza. Si entendemos que el sistema en el que vivimos se fundamenta en un egocentrismo de base, entenderemos la necesidad de no querer jugar a su juego.
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Citando a Lama Norbu"tenemos que intentar pervertir la propuesta"[5]; es decir, Lama Norbu sugiere que no dependamos de los ocho dharmas mundanos porque si lo hacemos, estaremos de la misma manera dependiendo del sistema que nos tendrĆ” atados de pies y manos al ciclo de insatisfacciĆ³n. Viviremos en una constante contradicciĆ³n: si practicamos para no ser tĆteres de los ochos dharmas mundanos pero, a la vez, sentimos el impulso de querer seguir encajando en los estĆ”ndares del sistema, nos frustraremos. Esta contradicciĆ³n, dice Lama Norbu, se da porque no hemos cultivado suficiente renuncia hacia nuestro ego y no hemos acabado con la esperanza.
Siguiendo ahora a Chogyam Trungpa: "la relaciĆ³n con la emociones deja de ser un drama, las emociones son como son, no las reprimimos ni tampoco les damos rienda suelta, sino que sencillamente las reconocemos, nos vamos abriendo a la totalidad compleja de las situaciones"[6], podemos ver cierto paralelismo a una idea que tambiĆ©n expone Pema Chodron, su discĆpula. Y es que no se trata de eliminar los ocho dharmas mundanos, sino que hay que reconocer y saber cĆ³mo se desarrollan, analizar y ver cĆ³mo y en quĆ© nos afectan. Los maestros apuntan a que, si desarrollamos la cualidad de sostener y reconocer cĆ³mo se crean y quĆ© efectos tienen en nosotros, podremos entender mejor a los demĆ”s y desarrollaremos una mirada mĆ”s compasiva.
Por ejemplo, el deseo o el rechazo de ser de una forma, condicionarĆ” la visiĆ³n que tenemos en un determinado momento. Pema Chodron pone el ejemplo de que alguien nos diga: "eres un viejo". Si eso es un objeto de deseo, uno se sentirĆ” sentirĆ”s bien; si es rechaza, se sentirĆ” mal. Es nuestra relaciĆ³n con las cosas la que configura cĆ³mo estaremos.
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Cuando nos vemos inmersos y nuestras acciones van guiadas por los ocho dharmas mundanos los maestros seƱalan la bodhichitta como eje de altruismo, para sacar nuestro ego del centro y beneficiar a los demĆ”s con la motivaciĆ³n mĆ”s generosa de que se iluminen. Lama Norbu seƱala que en estos momentos pensar y decidir nuestras acciones respeto quĆ© beneficiara mĆ”s a los demĆ”s serĆ” en si una herramienta para reblandecer nuestro egocentrismo.
La soluciĆ³n a los ocho dharmas mundanos pasa por desquebrajarlos, como dice Pema Chodron, y asĆ no vernos arrastrados por su fortaleza. Ver de dĆ³nde provienen y cĆ³mo se van gestando nos ayudarĆ”: ver que, primero, florecen como una energĆa inofensiva; pero que, pasado cierto tiempo, se convierten en algo sĆ³lido y destructor que no controlamos. ObservĆ”ndolos asĆ, como un fenĆ³meno que responde a ciertas causas, condiciones y ritmos, les arrebatarĆ” la credibilidad que les otorgamos. Es necesario estar atentos al proceso y no reaccionar, querer sostener la situaciĆ³n para no creernos tanto la narrativa del ego y de los ocho dharmas mundanos. Y entender que, si realizamos la vacuidad, estos dejaran de operar ya que en ese momento no viviremos desde la percepciĆ³n ilusoria de un yo y los otros.
Dzongsar Khyentse Rinpoche, en Entrance To The Great Perfection: A Guide To The Dzogchen Preliminary Practices, expone lo siguiente sobre cĆ³mo relacionarnos con los dharmas mundanos:
"Realmente deberĆamos tener esta aspiraciĆ³n. DeberĆamos rezar para que un dĆa lleguemos a una etapa en la que tengamos el coraje suficiente para convertirnos en ese tipo de personas excĆ©ntricas. Por ahora, solo podemos permitirnos ser un poco inconformistas. Un poco de locura estĆ” bien. Es una especie de actividad de construcciĆ³n del carĆ”cter. Ā”Pero tenemos mucho miedo de ir mĆ”s allĆ”! Nos marginarĆan.
AsĆ que deberĆamos rezar para que algĆŗn dĆa nos volvamos locos de verdad. No en el sentido de convertirse un loco de asilo; sino que la locura a la que me refiero significa ir mĆ”s allĆ” de los ocho dharmas mundanos. Que, de verdad, no nos importe si estamos siendo criticados o elogiados: es una enorme locura. Desde un punto de vista mundano, cada vez que te alaban, se supone que eres feliz; cuando te critican, se supone que eres infeliz. Sin embargo, los seres sublimes no se conmueven por este tipo de cosas: por eso pensamos que estĆ”n locos. Esto es a lo que deberĆamos aspirar.
No lo hagas ahora, Ā”te saldrĆ” el tiro por la culata! Solo aspira. Si lo intentaras hacer ahora, no solo fracasarĆas en tu prĆ”ctica, sino que tambiĆ©n molestarĆas a los demĆ”s. AsĆ que continĆŗa comportĆ”ndote de la forma que cualquier humano decente querrĆa. Pero, al mismo tiempo, deja que esta alarma suene continuamente en tu cabeza: "todo esto es inĆŗtil".
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De este fragmento de Khyentse RinpochĆ©, podemos extraer la invitaciĆ³n del maestro a romper con nuestros personajes y salir del caparazĆ³n de la comodidad, aspirar a no ser guiados por los dharmas mundanos. Mientras no lo consigamos, al menos debemos aspirar a poner en riesgo nuestro yo, tantear y tener el coraje de exponernos a las crĆticas o al rechazo, para observar cĆ³mo nos afectan y de dĆ³nde provienen: de esta forma, podremos saber cuĆ”n aferrados estamos a nuestro yo. Es probable que Khyentse Rinpoche insista en que las personas normales y corrientes deben simplemente probar este ejercicio, y no deben ponerlo en prĆ”ctica de forma radical, para que veamos cĆ³mo nos desenvolvemos al exponernos: porque poner en riesgo nuestra identidad de forma muy contundente puede desembocar en mucho sufrimiento.
En definitiva, percibir cĆ³mo los dharmas mundanos balancean nuestros estados emocionales, saber sostener estos momentos y no reaccionar nos permitirĆ” ver la inseguridad bĆ”sica de la que habla Trungpa RinpochĆ©. Desde esa claridad seremos capaces de ver el ciclo de insatisfacciĆ³n del sistema interno y externo, con lo que podremos cultivar pĆ©rdida de interĆ©s por nuestra neurosis y por los dharmas mundanos.
Para emprender todo este trabajo de desarrollo espiritual, serĆ” necesario rodearse de personas que entiendan cĆ³mo funciona nuestra neurosis que nos ayuden a no alimentarlas: es la sangha, que entiende la disfuncionalidad de nuestro sistema neurĆ³tico y se compromete a no engrosar los hĆ”bitos que defienden la identidad del yo. Por supuesto, la guĆa de un maestro serĆ” fundamental, pues su acompaƱamiento nos ayudarĆ” a desvelar las triquiƱuelas de nuestro criterio, tan asentado en los ocho dharmas mundanos.
Finalmente, como dice Chogye Trichen RinpochĆ©: "si meditas motivado por propĆ³sitos mundanos, tu mente no harĆ” mĆ”s que divagar, corriendo de aquĆ para allĆ” cada vez que estĆ©s a solas"[8]. La motivaciĆ³n resultarĆ” clave a la hora de encarar no solo nuestras actividades cotidianas, sino tambiĆ©n la prĆ”ctica espiritual: debemos revisar nuestra motivaciĆ³n en el cojĆn de meditaciĆ³n para evitar que estĆ© fundamentada en los dharmas mundanos. SĆ³lo asĆ podremos seguir avanzando en el camino, con la mejor de las garantĆas: la que se da cuando no confiamos en ninguna credencial mundana.
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Este trabajo acerca de los ocho dharmas mundanos estĆ” conformado gracias a extractos de las enseƱanzas de Chogyam Trungpa RinpochĆ©, recogidas en el Mito de la libertad, asĆ como fragmentos de enseƱanzas de Dzongsar Khyentse RinpochĆ©, el capĆtulo 8 del libro Cuando todo se derrumba[1] de Pema Chodron, Chogye Trichen RinpochĆ© en Separarse de los cuatro apegos y a las muchas enseƱanzas de Lama Norbu a lo largo de los 3 aƱos del Curso de meditaciĆ³n de Casa Virupa.