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Los cuatro fundamentos de la atención plena según el Buda | Bhikkhu Bodhi

Actualizado: 10 abr 2022

La enseñanza sobre la práctica de la atención plena más detallada del Buda se puede encontrar en el famoso Satipatthana Sutta, “El discurso sobre los fundamentos de la atención plena”.


El Buda empieza este discurso declarando que los cuatro fundamentos de la atención plena son el “camino unidireccional” para superar el sufrimiento y alcanzar el nirvana. La expresión “cuatro fundamentos del atención plena” se refiere a la contemplación consciente de cuatro dominios objetivos que, entre ellos, constituyen el campo completo de la experiencia humana: el cuerpo, los sentimientos, los estados mentales y los dhammas, un término que dejó sin traducir.


Respecto a cada una de las contemplaciones, el texto nos dice que el practicante permanece “apasionado, con comprensión clara y atento, al haber apartado el deseo y el abatimiento respecto al mundo”. Estos términos indican que la práctica no solo conlleva atención plena, sino la unión de ésta, energía y discernimiento, junto con el desapego a las ocupaciones mundanas.

De las cuatro aplicaciones de la atención plena, la contemplación del cuerpo se centra en el lado material de la existencia, las dos del medio en el lado mental y, la última, en la exploración de la existencia, en formas que reflejan el objetivo de la enseñanza. Las cuatro se desarrollan en una secuencia definida que empieza por el cuerpo como lo más burdo y culmina en la última, la más sutil.


El primer fundamento: La contemplación del cuerpo


Se dice que la contemplación del cuerpo (kayanupassana) comprende catorce ejercicios, pero dado que los últimos nueve son meras variaciones de un mismo principio, estos se reducen básicamente a seis.


El primero es la atención plena de la respiración. Este fue el objeto de meditación que el mismo Buda usó en la noche de su iluminación, y a lo largo de su trayectoria como maestro la alabó como “un estado de gozo no adulterado que disipa pensamientos no virtuosos en cuanto surgen”.


Para llevar a cabo esta práctica, se observa el proceso natural de la respiración bajo la lente de la atención plena. Al respirar naturalmente por las fosas nasales, nos centramos en la respiración en el punto alrededor de estas o sobre el labio superior, donde se puede notar cómo el aire se mueve hacia arriba y hacia abajo. Así expresó el Buda sucintamente la clave de esta práctica: “Simplemente, con atención plena se inspira, con atención plena se expira”. La consciencia de la respiración corta a través de las complejidades del pensamiento discursivo, nos saca de la dispersión mental y ancla la mente de forma segura en el presente.


Según el sutta, la atención plena de la respiración se desarrolla en cuatro fases. En las dos primeras fases, simplemente se observa la inhalación y la exhalación mediante la duración, notando si son largas o cortas. En la tercera fase, junto a la inhalación y la exhalación, se experimenta el cuerpo en su totalidad. Y en la cuarta fase, se “calma la función corporal”, la respiración y otras funciones corporales se van relajando gradualmente hasta que se vuelven extremadamente sutiles.


La siguiente práctica en la contemplación del cuerpo es la atención plena de las posturas, que extiende la atención a todas ellas: caminar, estar de pie, sentado y estirado, así como al cambio de una postura a otra. Al caminar, sabemos que estamos caminando, al estar de pie que estamos de pie, al sentarnos que estamos sentados y, al estirarnos, que estamos estirados. La contemplación de las posturas ilumina la naturaleza impersonal del cuerpo, mostrándolo como una configuración de materia viva que está sujeta a la influencia directa de la volición.


El siguiente ejercicio, llamado atención plena y comprensión clara, aplica atención plena a las actividades diversas de la vida cotidiana. Al llevar a cabo cualquier acción, conocemos exactamente lo que hacemos y por qué lo hacemos. De esta forma, acciones ordinarias tales como salir de casa y volver, mirar hacia delante y a los lados, doblar y estirar las extremidades, vestirse, comer, beber, orinar, defecar, dormir, despertarse, hablar y permanecer callado, todo ello se convierte en parte del proceso de cultivo meditativo. La misma vida cotidiana se convierte en una práctica bien definida y la práctica queda totalmente integrada en la vida cotidiana.


Los dos ejercicios siguientes en la atención plena del cuerpo son contemplaciones analíticas acerca de la naturaleza real del cuerpo. La primera es la meditación sobre la fealdad del cuerpo, que se propone como un antídoto directo a la lujuria. El Buda enseña que la lujuria surge y prolifera a través de la percepción del cuerpo como algo sensualmente atractivo. Para contrarrestar la lujuria, observamos profundamente la constitución anatómica del cuerpo, diseccionando el cuerpo – nuestro propio cuerpo – en sus componentes para destacar su naturaleza no atractiva. El texto menciona treinta y dos partes corporales, que incluyen varios órganos, tejidos y fluidos corporales. Cuando estos se observan con el ojo de la visión meditativa, la apariencia agradable del cuerpo se disuelve y la lujuria sensual, sin punto de apoyo, se marchita.


La otra contemplación analítica es la meditación en los cuatro elementos físicos. Esta trata de contrarrestar nuestra tendencia innata a identificarnos con el cuerpo exponiendo su naturaleza impersonal. En esta práctica, diseccionamos mentalmente el cuerpo en sus cuatro elementos primarios, referidos como tierra, agua, fuego y viento, y que representan las cuatro propiedades de solidez, fluidez, calor y presión. Al haber analizado el cuerpo en sus cuatro elementos, se considera entonces que todos los elementos son esencialmente idénticos con sus equivalentes externos. Esto muestra que el cuerpo no es nada más que una constelación particular de procesos materiales cambiantes, sin ninguna base sustancial para las nociones de “yo” y “mío”.

El ultimo ejercicio de atención plena corporal es una serie de nueve contemplaciones sobre el osario, meditaciones sobre la desintegración del cuerpo tras la muerte. Se puede practicar imaginándolo o con la ayuda de fotos. Se obtiene una imagen mental clara de un cuerpo en descomposición en nueve etapas y entonces se aplica el proceso de putrefacción al propio cuerpo, reflexionando así: “Este cuerpo también está sujeto al mismo destino. Con el tiempo, también se descompondrá.” No obstante, el objetivo no es incitar una fascinación mórbida por la muerte y los cadáveres, sino desgarrar nuestro aferramiento instintivo al cuerpo al exponer su transitoriedad inexorable.


El Segundo fundamento: La contemplación de las sensaciones


El siguiente fundamento de la atención plena es la contemplación de las sensaciones (vedananupassana). La palabra “sensación” no se refiere aquí a la emoción, sino al simple tono afectivo de la experiencia., sea placentero, doloroso o neutro.


La sensación es de especial importancia como un objeto de contemplación porque sirve de alimento a nuestros oscurecimientos latentes. Las sensaciones placenteras alimentan la avaricia y el apego, las dolorosas provocan aversión y las sensaciones neutras mantienen el engaño, manifestado como apatía y autocomplacencia.


No obstante, la relación entre las sensaciones y los oscurecimientos no es inevitable, sino que puede cortarse al traer las sensaciones que surgen al terreno de la atención plena. Al transformar una sensación en un objeto de la atención plena, esta queda desactivada y ya no desencadena una respuesta no virtuosa, sino que se presenta como un mero factor impersonal de la experiencia.


En las etapas tempranas de la contemplación de las sensaciones, se observan simplemente las cualidades distintas de estas como placenteras, dolorosas o neutras. Se observa la sensación como un mero suceso mental al que se le han esquilado todas las referencias subjetivas, todas las referencias a un “yo” que experimenta la sensación. A medida que avanza la práctica, se distingue si la sensación es mundana y tiende al apego, o espiritual, tendiendo así al desapego. Con el tiempo, el foco de la atención cambia de la tonalidad de las sensaciones al proceso mismo de sentir, que se muestra como un flujo incesante de sensaciones que surgen y se disuelven, una tras otra, sin pausa. Esto marca el comienzo de entender la impermanencia que, a medida que progresa, anula la avaricia por las sensaciones placenteras, la aversión a las sensaciones dolorosas y el engaño acerca de las sensaciones neutras.


El tercer fundamento: la contemplación de la mente


El tercer fundamento de la atención plena es la contemplación de la mente (cittanupassana), que en realidad significa la observación de los estados mentales. Dado que la mente es, en sí misma, la mera consciencia de un objeto, los estados mentales solo pueden distinguirse a través de sus factores asociados, que les dan su colorido distintivo.


En esta contemplación, el Buda menciona dieciséis estados mentales agrupados en ocho parejas: la mente con lujuria y sin lujuria; con aversión y sin aversión; con engaño y sin engaño; la mente estrecha y la mente dispersa; la mente desarrollada y la mente no desarrollada; la mente superable y la mente insuperable; la mente concentrada y la mente desconcentrada; y la mente liberada y la mente atada.


Por razones prácticas, al comienzo es suficiente con concentrarse en los seis primeros estados, observando si la mente está asociada con alguna de las tres raíces impuras o si está libre de ellas. Cuando está presente un estado mental en particular, se percibe simplemente como un estado mental, no identificado con “yo” o “mío”. Sea un estado puro o un estado impuro, un estado elevado o un estado inferior, no debería haber ni júbilo ni abatimiento, únicamente una identificación clara del estado, sin aferrarse a los deseables ni molestarse con los indeseados. A medida que profundizamos en la contemplación, la mente aparentemente sólida, estable, se revela como un flujo de actos mentales que aparecen y desaparecen, que ni vienen ni van a ninguna parte, en un continuo secuencial sin pausa.


El cuarto fundamento: la contemplación de los dhammas


El fundamento final de la atención plena es la contemplación de los dhammas (dhammanupassana). La palabra “dhammas” se refiere aquí a grupos de fenómenos organizados en maneras que reflejan el objetivo de la enseñanza del Buda. Los cinco grupos que se mencionan en el sutta son: los cinco impedimentos, los cinco agregados (skandhas), los seis pares de bases sensoriales, los siete factores de la iluminación y las cuatro nobles verdades.

Los cinco impedimentos constituyen los obstáculos a la realización, mientras que los siete factores de la iluminación son las cualidades que conducen a la realización. Los agregados y las bases sensoriales son fenómenos que explorar con conocimiento, y las cuatro nobles verdades constituyen la esfera de la realización misma.


Los cinco impedimentos son el deseo sensual, la animadversión, la insipidez y la somnolencia, la agitación y la preocupación, y la duda. Cuando brota uno de estos impedimentos, debería notarse su presencia, y cuando desaparece, se debería notar su desaparición. Para asegurar que los impedimentos se mantienen bajo control, el sutta introduce un elemento de comprensión. La instrucción consiste no solo en darse cuenta de los impedimentos, sino en discernir cómo surgen, cómo pueden eliminarse, y cómo se puede prevenir su surgir en el futuro.


Cuando los impedimentos disminuyen, procedemos entonces a investigar el campo de la experiencia. Esto se puede llevar a cabo mediante cualquiera de los dos objetos complementarios de contemplación. Uno es los cinco agregados, el dominio objetivo del aferramiento: forma material, sensación, percepción, actividades volitivas, y consciencia. El otros es las seis bases sensoriales, ordenadas en pares de facultad sensorial y objeto: el ojo y las formas visibles, el oído y los sonidos, la nariz y los olores, la lengua y los sabores, el cuerpo y los objetos táctiles, y la mente y los objetos mentales. Estos deberían notarse directamente, junto con cualquier apego o aversión que surja durante el encuentro de facultad sensorial y objeto. Se debe discernir cómo estas “cadenas” surgen, cómo se abandonan y cómo se eliminan permanentemente.


Los dos esquemas organizan la experiencia desde diferentes ángulos. Las seis bases sensoriales priorizan el dominio de la cognición, la esfera sensorial en la que se desarrolla la experiencia. Los cinco agregados revelan los factores que constituyen la experiencia, con una mayor atención a los componentes mentales.


A medida que avanza el proceso contemplativo, pone en juego los siete factores de la iluminación: atención plena, investigación de los fenómenos, energía, embeleso, serenidad, concentración y ecuanimidad. Cuando surge cualquiera de estos factores, en primer lugar se debería notar su presencia, para luego observar cómo se puede despertar dicho factor y cómo se puede completar.


Los siete factores aparecen secuencialmente. La atención plena inicia el proceso contemplativo. La atención plena estable hace surgir la investigación, la cualidad exploratoria de la inteligencia. La investigación invoca la energía, la energía genera embeleso, el embeleso lleva a la serenidad, la serenidad a la concentración y la concentración a la ecuanimidad. Por tanto, el recorrido completo que progresa hasta la iluminación empieza con la atención plena, que permanece como el poder regulador constante a lo largo de todo el proceso, asegurando que la mente está clara, consciente y equilibrada.


Por último, cuando los siete factores de la iluminación alcanzan la madurez, florecen en la realización directa de las cuatro nobles verdades: la verdad del sufrimiento, su origen, su cesación y el camino. Es esta realización, la penetración de las cuatro nobles verdades, la que arranca permanentemente de raíz los oscurecimientos y extingue el sufrimiento. Esto cumple la promesa del Buda al inicio de su discurso, su declaración que estos cuatro fundamentos de la atención plena llevan en una dirección: hacia la purificación completa de los seres, el fin de la tristeza y la aflicción, y la realización de nirvana.




Sobre el autor:


Ven. Bhikkhu Bodhi es un monje budista estadounidense de la ciudad de Nueva York. Obtuvo una licenciatura en filosofía de Brooklyn College (1966) y un doctorado en filosofía de Claremont Graduate School (1972).

Después de completar sus estudios universitarios, viajó a Sri Lanka, donde recibió la ordenación de novicio en 1972 y la ordenación completa en 1973.


Durante muchos años fue presidente y editor de la Buddhist Publication Society en Sri Lanka.


Ha estado viviendo en el Monasterio de Chuang Yen desde 2006. Ven. Bodhi tiene muchas publicaciones importantes en su haber, ya sea como autor, traductor o editor, más recientemente una traducción de la totalidad de Anguttara Nikaya, The numerical Discourses of the Buddha (Wisdom Publications 2012).


En 2008, junto con varios de sus alumnos, Ven. Bodhi fundó Buddhist Global Relief, una organización sin fines de lucro que apoya el alivio del hambre, la agricultura sostenible y la educación en países que padecen pobreza crónica y desnutrición. En mayo de 2013 fue elegido presidente de BAUS.




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