Hoy compartimos con vosotros una traducción que ha hecho un voluntario de Casa Virupa de una interesante y necesaria enseñanza de S. E. Avikrita Vajra Rinpoché sobre el compromiso social en nuestros tiempos y qué relación tiene con el budismo mahayana. El vídeo, en inglés, lo encontraréis AQUÍ.
PREGUNTA:
Rinpoché, me preocupan muchos problemas que afectan a mi comunidad, mi país y mi planeta, y siento que es mi responsabilidad, en tanto que ciudadano del mundo y practicante del camino del Bodhisattva, contribuir a superar esas dificultades. Sin embargo, a veces también me preocupa que esto pueda estar en contradicción con mi práctica de Dharma, ya que me encuentro no solo preocupándome y estresándome, sino también enfadándome mucho con los que perpetúan la injusticia y el dolor que sufre nuestro mundo. ¿Cuál sería su consejo?
RESPUESTA:
Pues… Supongo que debe ser un signo de qué tiempos vivimos, el hecho de que últimamente he recibido muchas, muchas preguntas de este tipo. De más en más, conozco amigos del Dharma a los que les interesan profundamente las cuestiones sociales, el compromiso social. Y cómo eso puede tener que ver con su práctica del Dharma. De hecho, hay tantos frentes por los que los practicantes del Dharma pueden sentirse preocupados, con los que pueden querer comprometerse. Pero, para responder bien a tu pregunta, debemos centrarnos no en el cómo, ni tan siquiera en el qué es el objeto o el aspecto del mundo, sino más en el aspecto subjetivo. El sentimiento de un practicante de Dharma enfrentado a los problemas de nuestro mundo.
Entonces, tú mencionas el camino del Bodhisattva, ¿verdad? En el camino Mahayana, para aquellos que quieren alcanzar la iluminación completa, lo antes posible, para el beneficio de todos los seres sintientes. Creo que lo más inspirador, la figura por excelencia de esa voluntad, es Avalokiteshvara, conocido como Chenrezig en Tibetano. En chino es Qua-nying, el Bodhisattva de la gran compasión. Su nombre, y es una figura de género fluido, hombre o mujer, dependiendo de en qué parte de Asia nos encontramos, quiere decir “el protector que nos observa”. Porque él observa todo el sufrimiento del mundo en todo momento, sin tan siquiera pestañear. Su resolución de salvar y liberar a todos los seres sintientes nunca vacila, y él nunca para de sostenerlos a todos ellos en su oceánica compasión. La idea que nos inspira a emular es que podemos mirar cara a cara al mundo, podemos mirar cara a cara al sufrimiento y a los problemas de nuestro mundo. ¿Sabes? “¡Dale! ¡Tráenoslo todo!” Pero con amor y comprensión como una visión clara hacia la transformación.
Sin embargo, sí, entiendo tu preocupación, de verdad. ¡Y no quiero deshonrar a ninguno de mis amigos de Dharma por sentir lo que sienten! Porque, sabes, el otro día, estaba hablando con un amigo del Dharma que me hablaba de una cuestión hacia la que él tenía un sentimiento muy fuerte. Y me decía cosas como “no está bien. Así que, ¡claro que me voy a enfadar! Si no me enfadara, ¡no trabajaría tanto para que cambiara! Si la causa es justa, no está justificado, ¿no sería como una energía pura, como la de las deidades airadas?” ¿Qué, eres Mahakala ahora? ¿Sabes? Espérate un segundo... Rebobinemos.
Un Bodhisattva es aquél que siempre está preparado para esforzarse durante un período de tiempo inconcebible. Superando la confusión, sea lo intensa que sea, para conseguir sus objetivos. Y aunque esté basado en una aspiración, hay que actuar al respecto, hay que comprometerse. Por eso hablamos de dos bodhichittas: la bodhichitta que aspira, y la bodhichitta que actúa. Y no es algo que vamos a entender perfectamente así, tan rápido, ¿sabes? Los obstáculos, el estrés, la rabia, la duda, lo que sea… aparecerán. ¡No somos Budas aún! Así que durante el camino, habrá obstáculos, los obstáculos internos que procesaremos y purificaremos. E igual que la causa para cumplir nuestros objetivos en el Dharma es la compasión, cualquier obstáculo, cualquier obstáculo que encontremos y que queramos transformar, la clave será la compasión.
En este sentido, hay una práctica, un pequeño texto del Buda que encuentro muy inspirador. Se llama "La Aspiración al Éxito". Y eso es lo que queremos, ¿no? En el primer verso, se establece la determinación de que necesitamos erradicar el sufrimiento de todos los seres sintientes. Y por ello, para conseguirlo, necesitamos ser libres. Debemos ser libres de nuestras emociones aflictivas, que son la causa de ese sufrimiento. Preocuparse sólo por los resultados de nuestro karma colectivo no es suficiente. Por eso es que, en tanto que practicantes de Dharma, debemos ir a la raíz de nuestro sufrimiento. Si solo nos enfocamos en el resultado, no llegaremos nunca a la raíz de nuestro sufrimiento, y nos faltarán los recursos necesarios para prevenir las emociones aflictivas, que son las emociones que no sólo componen nuestro sufrimiento; también nublan nuestra visión. Y viceversa: si sólo nos concentramos en las causas, e ignoramos los resultados, bueno, eso tampoco sería compatible con el cultivo de una gran compasión, ¿no? Porque estaríamos cerrando los ojos ante el sufrimiento del mundo. Y eso no es lo que hacen los Bodhisattvas.
En el segundo verso, el Buda dice “por lo tanto, generamos la bodhichitta”. Lo que personalmente me encanta de esta oración, de esta práctica, es que el Buda nos da palabras tan potentes para generar la bodhichitta que aspira. Dice aquí “para todos los seres empobrecidos, pueda yo ser su refugio; protector de los indefensos, apoyo de los que no lo tienen; pueda yo ser refugio para todos aquellos sin refugio; pueda llevar la felicidad a todos aquellos que sufren, y pueda eliminar las aflicciones de todos los seres sintientes”. Entonces, nos da las palabras para la bodhichitta que actúa. La bodhichitta que actúa para beneficiar al mundo en todo aquello que podamos hacer a través de un compromiso serio con respecto a las seis perfecciones trascendentes. Aquí hay una línea preciosa: “cualquier pequeña cosa que pueda marcar la diferencia”.
Ahora, no es solo la ira que se interpone en nuestro camino al éxito. De hecho, hay seis factores discordantes con respecto a la bodichitta que actúa. De esos seis, el primero es la avaricia, o la tacañería. Es el hábito egoísta que tiene el corazón cuando no ha tenido la oportunidad de abrirse como es debido, y que inhibe la alegría de la generosidad. El segundo es el comportamiento laxo. Que es cuando ponemos en peligro nuestro compromiso ético, cosa que a su vez agrava las consecuencias kármicas negativas, incluido el hecho de sentirse atacado por la culpa, la ansiedad, etcétera. Y tercero, la ira quizás no sea la palabra, de hecho. Sería agresividad. La agresividad a veces puede almacenarse… puede ser amorfa. Un sentimiento general de negatividad puede tener esa adversidad hacia un objeto muy vago. Mientras que la ira tiende a ser una mala voluntad muy direccionada, siendo su objeto interno o externo, o sentido de forma interna. Así que es lo contrario de la paciencia, que no quiere decir ser pasivo o indiferente. Se trata en cambio de la determinación, debido a la voluntad de estar con, y enfrentarse a, todas aquellas cosas que nos cuesta procesar. El cuarto es la pereza: nuestro entusiasmo por el bien en el que nos centramos se ha visto perturbado, o bien por la costumbre que tenemos de cargarnos con basura superficial, o bien por la dilación, por sentirnos descorazonados, etcétera. El quinto es la falta de concentración. Es cuando nuestras mentes vagan por todas partes siguiendo distracciones. Esto nos impide unificar la meditación de visión pura y de calma mental, que son cruciales para nuestra iluminación. Y el sexto, finalmente, es la conciencia laxa. Que quiere decir que nos hemos apegado a visiones estáticas, y nos perdemos en la confusión. Porque la luz de la sabiduría está retenida, no la dejamos que ilumine plenamente nuestros corazones.
Entonces, por un lado, uno puede pensar: “¡Uau! ¿No sólo es la ira? ¿Hay todas estas otras cosas de las que debo preocuparme?” Pero por otro lado, podemos mirarlo desde un punto de vista positivo: que aunque haya estos seis factores discordantes, también hay una fuerza muy simple pero extraordinaria en la que vamos a centrarnos para tener éxito en nuestros objetivos: la compasión.
Así que las emociones aflictivas como la agresividad son sólo eso: aflictivas, divagadoras, perturbadoras, etcétera. En la oración, el Buda dice “calmándome desde el interior, debo meditar con una resolución única”. Pero quiere decir eso que la meditación significa evitar pensar en los problemas del mundo? No creo. No. Podemos escapar tanto como queramos, podemos escaparnos a una cueva en los Himalayas, o a una jungla en la parte más profunda y sombría de Perú, a meditar en soledad tanto como queramos. Pero no podemos escaparnos de nuestro karma. Incluso si evitamos las perturbaciones tanto como queramos, y solo nos acompañamos de gente dulce y amable… siempre habrá algo. Algo que pondrá a prueba nuestra tranquilidad.
Así que, sí, aunque es totalmente necesario utilizar y disfrutar de la soledad para desarrollar nuestra practica meditativa, como dijo el Buda en esta oración, dijo “debemos calmarnos desde el interior”. No confiando en condiciones externas. Y sí, yo no soy ningún experto, pero tengo fe. Confío en que a través de la práctica de las seis perfecciones trascendentes, esto arrancará de raíz las causas y los resultados del sufrimiento del mundo, los problemas, las dificultades a las que nos enfrentamos en nuestro mundo. Y debemos sentir la convicción, debemos tener confianza y determinación en que podemos conseguirlo, y que lo conseguiremos.
Como dijo el Buda: “haz cualquier cosa que pueda marcar la diferencia”. Esto me da mucha esperanza. Entonces, no hace falta tener prisa cuando llegan factores discordantes a nuestro continuo mental. Ni hace falta que estos nos ocupen nuestro espacio mental, intentando justificarlos, o resignándonos a ellos como si fueran inevitables. Más bien se trata de reconocerlos. Reconocerlos por lo que son: beneficiosos desafíos que no forman parte de la verdadera naturaleza de la mente, que quiere decir que pueden ser purificados. Es para esto que necesitamos un método: la generosidad, la moralidad, la paciencia, la persistencia, el yana, y la sabiduría. Los dos elementos son como dos alas que nos permiten volar: el método y la sabiduría son la expresión, el momento en el que nuestra aspiración actúa; y al final, todo vuelve a la compasión.
De la misma manera que debemos darnos soporte de forma práctica cuando trabajamos para ayudar a los demás, de la misma manera, debemos darnos soporte en nuestra bodhichitta que actúa. Creo que, para cualquier practicante de Dharma, sea cual sea su linaje, como somos todos seguidores del mismo Buda, estas palabras del Buda, la aspiración al éxito, son un gran soporte y una oración muy potente para ayudarnos a cumplir todos objetivos, en concordancia con el Dharma, que surjan de nuestro corazón.
Así que espero que esto responda tu pregunta, e intentaré que la traducción esté disponible lo más pronto posible para que todo el mundo pueda beneficiarse de ella. Gracias.